21.9.07

Una Misión / A Mission

Disclaimer: Ni Fara ni Star Fox me pertenecen. Son propiedad de Benimaru Itoh y Shigeru Miyamoto, respectivamente. John, Allison y Lucy, entre otros son creación mía, por lo tanto si alguien quiere usarlos deberá por lo menos darme crédito a mi.

Fanfic Rating: T

" " Lo que se dice
' ' Lo que se piensa
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Comenzado el 21/09/07 a las 12:57 hrs.
Retomado el 25/12/07

Last Wish
Chapter 1 - A Mission
by Millia Vargas





Era un hermoso atardecer en uno de los cielos más claros del sistema de Lylat.

Los tonos rojizos del cielo degradaban suavemente hacia el anaranjado, que lentamente se difuminaban a medida que los últimos rayos de luz tocaban la tierra, para terminar en un pequeño hilo de amarillo en el horizonte, donde el único sol del sistema se escondía mientras en lo más alto, las dos lunas del planeta comenzaban a hacerse visibles gradualmente, casi como si tuvieran temor de despertar al adormilado sol que no regresaría sino hasta dentro de dieciocho horas.

Abajo del cielo estaba la ciudad, cuyos altos edificios forrados de espejos se erguían esbeltos y prepotentes, reflejando en sus limpios cristales cada uno de los colores del ocaso tan nítidamente que se podría decir que se mimetizaban con el cielo. Algunas naves sobrevolaban la ciudad, la mayoría gigantescas y ruidosas bestias de carga, pero habían otras cuantas más pequeñas y silenciosas, provistas de pancartas y propaganda.

Casi a la altura del suelo, los vehículos y el ruido, personas que caminaban por sus estrechas y subdimensionadas veredas, diseñadas mucho antes de lo que el tiempo podía decir. Como si nunca se hubiera pensado que esta ciudad fuera a crecer tanto.

Así era Zoness, una de las primeras colonias de Corneria, también una de las primeras en ser abandonada a su suerte y tratando de prosperar como planeta independiente. Zoness claramente había logrado subsistir a pesar de todos los cambios de corriente, tanto políticos como sociales, climáticos y medioambientales. La ciudad principal era casi tan próspera como la capital de Corneria. Casi. Pero no era esa la razón por la que fueron llamados a ese planeta.

Andross había tomado el control militar de Venom hacía tres años. Por alguna razón desconocida para ellos, el ejército y actual gobierno corneriano se aseguró por todos los medios de encubrir la pérdida del planeta. Plantaron evidencias, contrataron personal especializado y engañaron a los medios. Llegaron al borde de menospreciar a Venom, llamándolo 'el peor lugar del sistema'. Especialmente apto para exiliar al desquiciado y rebelde doctor.

Por supuesto, ellos nunca exiliaron a nadie. Pocos, fuera de los cabecillas del ejército, sabían de estos hechos. Probablemente ellos eran los únicos. No por nada los habían exiliado a Papetoon.

Sin embargo, los cornerianos nunca imaginaron que Andross se escaparía de su control.

Dentro de su protegida y aislada guarida, el doctor tuvo suficiente tiempo y recursos para desarrollar y mejorar la biotecnología ya conocida. Los tomó a todos por sorpresa cuando lanzó su primera base espacial. Pero fue cuando Andross se apoderó poco a poco de las pequeñas colonias cornerianas en Macbeth y el pequeño Papetoon, cuando el gobierno soberano de Corneria decidió tomar medidas. Hasta ahora, sin resultados.

Zoness aún era libre del poderío de Andross, y sus habitantes vivían en paz. Fox no sabía que planes tenía Andross para este planeta que explicaran el porqué estaba resistiéndose a conquistarlo.

Tuvo la sorpresa de su vida cuando Slippy llegó a su recámara con un mensaje del actual General de Corneria, lo contactaba para que investigara la situación en Zoness. Por supuesto, Fox accedió a cambio de una no modesta suma de dinero.

Ya estaba comenzando a extrañar el aroma de la arena y el calor del desierto...

"Aburriiiido". Se quejó Falco desde el sofá.

Fox se separó del ventanal de la habitación en donde estaba, para dirigirse hacia su amigo emplumado.

"No te quejes, por lo menos nos han dado una habitación de lujo".

Falco frunció el ceño y se recostó a lo largo del sofá dándole la espalda, pero no respondió. Era cierto. Ni en el más salvaje de sus sueños se había visto él en una pieza como la que había en ese hotel cinco estrellas, se rumoreaba además que era uno de los mejores del sistema. Le costaba imaginar que el día anterior, a esa misma hora, estaba tendido en una cama de piedra en la guarida de Papetoon.

"No me agrada este lugar", dijo Falco levantándose y poniéndose de pie.

"¡Sí, te agrada!", Peppy había estado escuchando la conversación desde la cocina. Estaba preparando la cena con mucho gusto. Hacía tiempo que no tenía una cocina apropiada y ahora que la tenía, quería aprovecharla aunque fuera por unos días. Cocinar se había convertido en su pasatiempo desde que los exiliaron de Corneria. No era un profesional, pero nunca nadie reclamó, ya que ninguno de los demás tenía habilidad alguna. No significaba que todo lo que preparase fuera delicioso, pero no había otra opción.

Falco decidió no discutir más sobre el tema. La verdad era que había algo que le molestaba más que el aire artificialmente descontaminado de Zoness.

"¿Por qué aceptaste esto, de nuevo?". Falco sabía la respuesta a su propia pregunta, la había preguntado desde que dejaron Papetoon esa misma mañana, sólo para fastidiarlo.

"Por dinero, lo sé", dijo Fox pasando una mano por su rostro. No era tonto, se había dado cuenta de su juego y no iba a darle el placer de ser visto enfurecido. "Da gracias porque no eres tú el que tiene que volver a la escuela pública".

"Sé razonable, Falco. Tarde o temprano nos íbamos a quedar sin más naves imperiales que asaltar en Papetoon", dijo Peppy, saliendo de la cocina con un bol de comida y varios platos para servir, que dejó sobre la mesa.

"Deberías dejar de molestar a Fox, Falco" dijo Slippy, entrando por la puerta de atrás. Acababa de salir de la piscina, atraído por el olor a comida. "Gracias, Peppy", agregó, mientras se sentaba. Fox hizo lo mismo.

Falco estaba perdiendo la paciencia. "No se trata de eso, maldita sea..."

Todos lo observaban, ya estaban sentados y con sus platos llenos de comida.

Esa fue la última gota.

"¡No me digan que no pueden verlo!", Falco estaba enfurecido, alzando ambos brazos al aire en desesperación. "Se trata de que EL ejército de Corneria nos ha contratado a nosotros, luego de habernos exiliado a un planeta de mala muerte, aún cuando nosotros estábamos en lo cierto, ¡y ni siquiera hemos escuchado una disculpa!"

Slippy y Peppy lo miraron sorprendidos, Fox bajó la cabeza para mirar su plato de comida. Sabía que éso era lo que molestaba a Falco. No lo culpaba porque a decir verdad, a él también le molestaba.

"... Ellos ni siquiera confían en nosotros, maldición, ¡este maldito apartamento está plagado de malditas cámaras!" Gritó Falco.

Nadie dijo nada. Todos se habían dado cuenta, pero nadie se había atrevido a señalarlo.

Luego de un rato, Peppy y Slippy se pusieron a comer en silencio. Al ver esto, Falco se sentó en su silla y trató de calmarse, tomó su tenedor y comenzó a comer de mala gana.

Fox no podía comer. Esa definitivamente no era su forma de trabajar con sus compañeros de equipo. Sí, les habían proporcionado una suite en un hotel de lujo, pero aún en la cueva de Papetoon se sentían más a gusto.

"Tienes razón", dijo Fox. "No podemos aceptar este tipo de insultos", concluyó.

Falco estaba apunto de introducir otra bocanada de comida en su boca, pero se detuvo en cuanto escuchó a Fox. "¿Qué?"

"Tenemos mucha limpieza por hacer, ¿no creen?"

No tuvo que decir más, tanto Falco como Peppy y Slippy estaban sonriendo en su dirección.

"¿Podemos terminar de comer?", preguntó Slippy luego de un rato. Los demás rieron y siguieron comiendo. Esta vez, todos estaban agradecidos.

Ése era el líder que ellos habían escogido seguir.

No fue difícil encontrar cada una de las cámaras y micrófonos que habían implantado en las distintas habitaciones del apartamento. Muy pronto, los basureros estaban llenos de la más moderna tecnología de espionaje.

Poco tiempo después recibieron una llamada del General, que decidieron atender a la brevedad, dada la situación.

"Ciertamente, ustedes son cosa seria," dijo el General con voz apesadumbrada. "Acaban de romper con todos los protocolos de nuestro servicio de inteligencia interplanetaria"

Falco frunció el ceño en dirección al General y le dio la espalda, retirándose a su habitación. "Su inteligencia interplanetaria me la paso por la-"

"¡DE TODOS MODOS!" Dijo Fox con un tono más elevado con el fin de salvar a su amigo de cualquier tipo de represalia. "No es como trabajamos, y si bien he aceptado el trato, no quiere decir que tengamos que jugar bajo sus reglas. Les estamos haciendo un favor, después de todo. Podría empezar por explicarnos en que estaba involucrado este agente".

En ese momento, sonó el timbre de la habitación.

"Pueden abrir. Como siempre, nuestra mensajera es oportuna", dijo el General, riéndose un poco de las caras de asombro de sus empleados. "Ella les informará de todo. Por mi parte, debo atender algunos asuntos..." Hizo una pausa, casi como si estuviera pensando las palabras correctas para decir.

"No la hagan esperar".

Con esa última advertencia, su holograma desapareció. Peppy suspiró, él conocía a Pepper aún antes de que fuera General, y no le extrañó que una vez más huyera con la cola entre las piernas a la hora de dar explicaciones.

Falco era el más próximo a la puerta. Con su dedo índice pulsó el botón para abrirla, en menos de un segundo la puerta desapareció y en su lugar, había un gato.

Un gato color rosa.

El cerebro de Falco relacionó velozmente esas coincidencias.

"¡¿Katt?!" Exclamó, las plumas de su nuca se engrifaron de la sola sorpresa. ¿Había el General pensado hasta en el más mínimo detalle?

Katt estaba vestida con un traje blanco, llevaba sobre su cabeza un enorme gorro, y sobre sus brazos cargaba una igualmente enorme caja. En su hombro derecho lucía el logo de Zoness Enterprising Trading Markets. De no haberla conocido antes, Falco hubiera pensado que era una mensajera de verdad.

"¡Gracias por ser tú!" Exclamó Katt, lanzándole a Falco la pesada caja, que afortunadamente atrapó sin caer torpemente al suelo.

Katt pasó su mano izquierda por sobre su frente retirando el sudor y examinó a los que estaban en la sala. Todos estaban observándola, todos menos Falco que estaba ocupado llevando la caja a la mesa más cercana.

"¡Hola!" Saludó."Me alegra saber que no soy la única escasa de los verdes, si saben a lo que me refiero", dijo sonriendo de oreja a oreja.

Silencio fue lo único que encontró sus oídos.

"Ehh..." Fue lo más inteligente que pudo salir de la boca de Slippy.

"¿Se conocen?", continuó Fox, señalándolos a Falco y a ella.

"Sí", dijo Falco desde la mesa, tratando de recuperar el aliento. Katt sonrió en su dirección.

"Es una molestosa, lo mejor es que nos deshagamos de ella lo antes posible", continuó. La sonrisa de Katt se borró automáticamente, para ser reemplazada por una mirada asesina. Falco frunció el ceño en su dirección y se dirigió a una esquina de la habitación, donde se apoyó contra la pared, sin prestar atención.

"Katt Monroe, a sus órdenes", dijo finalmente la felina, haciendo una grácil reverencia ante el resto del equipo. "Supongo que tú debes ser el líder".

Fox dio un paso adelante, y afirmó con la cabeza.

"Fox Mccloud", dijo y estiró la mano para estrecharla con la de Katt. "Ellos son Peppy Hare y Slippy Toad".

"Buenas" dijo Peppy, haciendo una pequeña reverencia con la cabeza. Slippy se limitó a observar con curiosidad a la nueva invitada.

Katt sonrió en dirección a los tres y se aproximó a la caja que Falco había dejado sobre la mesa. Delicadamente, cortó el borde con una de sus garras, mientras con la otra mano levantaba la tapa. "Espero que estén preparados para oír lo que les debo decir al respecto. Muchas cosas han cambiado por estos lugares desde que te fuiste, Falco", dijo observando en su dirección.

Falco la observó de reojo.

El vínculo afectivo de Falco para con Zoness era sabido por Fox y los otros del equipo, a pesar de que Falco siempre se rehusó a hablar de su vida como Hot Rodder. ¿Quizás Falco conocía a Katt desde entonces?

"Garden City está completamente destruida", murmuró Katt, con un sesgo de nostalgia en su voz, efectivamente sacando a todos de sus pensamientos.

"¡¿Garden City?!" Falco no pudo contenerlo más, se preguntaba cómo nunca se había enterado de semejante atrocidad.

Katt sonrío con pesar.

"Han pasado cinco años desde entonces. Por lo visto, el actual gobierno de Zoness no notificó al gobierno soberano de Corneria de los hechos ocurridos. Al parecer, los medios saben cómo ocultar ese tipo de noticias del resto del sistema. Eso no es lo peor, Garden City fue sólo el comienzo de un sinnúmero de ataques al planeta por parte de fuerzas imperiales. Zoness es un planeta libre ahora, pero no completamente ajeno de las leyes del sistema.

Por supuesto, a pesar de la cautela con que se guardaba el secreto, tarde o temprano alguien ajeno a Zoness iba a hablar. Pepper se enteró de estos sucesos hace apenas unos meses, por eso decidió enviar un agente a investigar el caso", dijo Katt mientras extraía de la caja un proyector de imágenes.

"Samantha Coll era el alias de la agente encargada de la investigación en la escuela pública número 4180", dijo Katt mientras mostraba la identificación de la agente en la pantalla, "especie can, de la raza collie, edad no especificada. Su rastro fue perdido hace aproximadamente un mes".

"¿Desaparecida?" Preguntó Fox.

"Probablemente muerta", corrigió Katt. "Gracias a ella, el General Pepper no sólo se enteró de los ataques de Venom, sino también de cierto grupo de asesinos profesionales contratados para terminar con la vida de, hasta ahora, cincuenta personas opositoras al régimen con influencia política y económica en planetas conquistados por Andross". Katt hizo una pausa. "¿Alguna pregunta?"

"Entonces, estamos lidiando con terroristas". Concluyó Peppy luego de estar un rato en silencio.

Falco soltó una carcajada.
"Así parece".

"¿Qué más hay acerca de la investigación?" inquirió Fox rápidamente.

"La última persona en la lista de sospechosos de su bitácora es un tal Johann Krause. Al parecer, según cuenta su informe, Samantha Coll estaba acudiendo a Buscadores-"

Fox abrió los ojos en sorpresa, "¿Buscadores?"

"Es una organización que se localiza en planetas bajo el dominio imperial, se encargan de encontrar personas desaparecidas. Se dice que la organización comenzó a formarse aquí, en Zoness. No obstante, nadie sabe quienes la conforman, ni mucho menos quienes la fundaron. Personalmente, pienso que no es más que un mito local", dijo Katt, algo de inseguridad en su voz.

"¿Puede leer esa última entrada de la bitácora, señorita Monroe?" preguntó Peppy, intrigado.

Katt sonrió en dirección a Peppy.
"Con gusto", dijo mientras mostraba en el proyector la entrada en cuestión.

"Día 29 del segundo mes solar del planeta:

Se informa a la Base sobre una organización secreta operando en el área bajo el nombre de 'Los Buscadores'.

Una liebre de montaña [edad: 18 años; estatura: un metro sesenta centímetros, mediana contextura], se aproximó a la Agente Encubierta Número 57, alias Samantha Coll, exactamente a las doce de la tarde hora local, poco después de que la Agente demostrara abierto interés por el sospechoso de nombre Johann Krause. Se dispuso una citación para el día 30 a las tres antes del amanecer".

"¿Algo más?" Inquirió Falco.

Katt negó con la cabeza. "El General me ordenó a no meterme más en la investigación, por mi propia seguridad".

"Por alguna razón, siento que nuestras vidas están siendo menospreciadas", dijo Slippy mientras suspiraba desde su asiento.

"O nuestro talento valorado", complementó Peppy, tratando de ser positivo.

"¿Qué hay de mi admisión?" Preguntó Fox.

"Ya haz sido inscrito bajo el nombre de Kei Fox. Comienzas mañana a las nueve en punto", respondió Katt entregándole a Fox un sobre que extrajo de la caja. "Tu nueva identificación y horario se encuentran adentro".

"Bien", dijo Fox aceptando el sobre.

"Una cosa más. El General me ha pedido entregar algo a Slippy Toad", dijo Katt mientras se aproximaba al anfibio.

"Esta tarea agregará otros tantos a su fondo común, será mejor que no la rechaces. Está demás mencionar que yo también resultaría beneficiada si aceptas", agregó sonriendo de oreja a oreja.

"¿Qué es?" Logró preguntar Slippy, tratando de desatar el nudo que se había formado en su garganta. Algo en Katt le recordaba demasiado a un cierto Falco Lombardi y lo estaba poniendo nervioso.

"Nada muy complicado, es un nuevo sistema de vigilancia permanente. Deben ponerlo a prueba"

Falco literalmente saltó de su lugar.
"Por favor, no esperan que de verdad aceptaremos a eso, ¿verdad?"

"Por supuesto que no". Fox no toleraría algo semejante, era el colmo.

Slippy se puso de pie, confundido.
"Pero-"

"Sólo es un chip, es tan pequeño que hasta se olvidarán que lo traen puesto", interrumpió Katt, encogiéndose de hombros. "El general sabía que serían renuentes a esta experiencia, por eso es que está dejando el proyecto en manos de Slippy. Nadie más que él sabrá su situación. No es con la intención de mantenerlos bajo la mira, es sólo experimental".

Fox no cesó de negar con la cabeza durante toda explicación.
"Experimental o no-"

"¡Déjense de tonterías! No somos ratas de laboratorio" gritó Falco.

"Pero puede que esto nos sea de mucha ayuda, Falco", replicó Peppy, tratando de ser razonable. "Además, ninguno de nosotros ha dejado que Slippy dé su opinión".

Slippy sonrió en dirección a Peppy.

"¡Acepto!"

Fox y Falco lo miraron boquiabiertos.

"¿Qué?"

"Sería un honor cumplir esa clase de misión. Después de todo, la tecnología es mi fuerte ¿No es así, Fox?"

"Pues..." Comenzó Fox, rascándose la parte posterior de su cabeza. La verdad, si se detenía a pensarlo un poco más, no era de extrañarse que Slippy aceptara ser parte del experimento. "Está bien".

Katt sonrió y le entregó un pequeño disco a un muy contento Slippy.
"Buena elección. Ahora, si me disculpan, debo ir a dormir"

"Katt, ¿a dónde vas?" Preguntó Falco, siguiéndola de cerca.

"A tu pieza, ¿dónde más?", respondió mientras abría la puerta y entraba a la habitación.

"¿Qué?", pero Katt ya había cerrado la puerta en su cara. En un esfuerzo por recuperar su dignidad, Falco se dio vuelta para dirigirse a sus compañeros de equipo.

"¡No usaré ninguno de esos aparatos!"

Dicho esto, Falco se volteó y entró en su habitación.
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Falco cerró la puerta a sus espaldas, las luces de su habitación estaban encendidas y Katt estaba sentada sobre su cama. Falco relajó sus hombros y se aproximó a ella.

"Debes usar ese chip, de todas las cosas que está creando el gobierno de Corneria, esta debe ser una de las pocas no letales que sirve de algo"

"¿Por qué estás aquí?"

"Trabajo", contestó Katt, tajante.

Falco sonrió. Hacerse la difícil era típico de ella.
"Ésa no eres tú, no eres tú en lo absoluto. Tú no trabajas para nadie", dijo mientras se sentaba a su lado.

Katt movió una de sus orejas y sonrió.

"Han pasado... ¿dos años? He cambiado. Los Hot Rodders ya no son mi vida".

"Alguien como tú no trabajaría para Corneria de un día para otro. ¿Que sucedió? ¿Te amenazaron?" Su tono se volvía cada vez más grave.

"¿Recuerdas... el Catspaw?" Comenzó Katt. "El General me llamó un día pensando que estaba peleando del otro lado, luego de que vieran el Catspaw en una de las batallas de MacBeth. Mi Catspaw".

"¿Qué?"

"Hace un mes, mi división fue asaltada... Quemaron la base, pero no encontramos restos del Catspaw en ningún lado", dijo y estirando ambos brazos, se recostó en la cama mientras un enorme bostezo salió de su boca. "Sospechábamos de mercenarios contratados por alguien, pero nunca creímos que ése alguien sería... Andross".

"Robaron el Catspaw... ¿Andross está fabricando prototipos a partir de él?"

Katt no respondió, la respuesta quedó suspendida en el aire. Falco suspiró molesto, no podía creer que tenían un problema mucho más grande que un grupo de asesinos.

"No sabía donde localizarte, por eso cuando el General me llamó con este encargo, acepté" dijo Katt sentándose nuevamente. "Necesito unirme a tu equipo y recuperar mi Catspaw".

"No".

"¡Pero-!"

"No sucederá", refutó Falco, poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta.

"Nunca cambiarás..." Dijo Katt, se había levantado y adelantado a Falco, saliendo de la habitación antes que él. "Tendré mi Catspaw de vuelta, Falco, con o sin tu ayuda". Con esas últimas palabras dejó el apartamento, con destino desconocido.

Falco gruñó y se devolvió a su habitación enfadado. Sabía que no había nada que pudiera hacerle cambiar de parecer.

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